Una empresa catalana fabrica las primeras mascarillas FFP2 100% biodegradables
Las primeras mascarillas de tipo FFP2 biodegradables del mundo han sido desarrolladas por el Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA-CSIC) y se fabricarán en Vilassar de Mar (Barcelona). Se podrán utilizar hasta 48 horas seguidas, más tiempo si no se usan continuamente, y tirar al contenedor de basura orgánica, por lo que supondrán un ahorro de toneladas de residuos plásticos. Ahora están acabando el proceso de evaluación para obtener la certificación europea CPA FFP2 y se prevé que salgan a la venta en primavera.
Estas EPI son una evolución de los cubrebocas hechos con nanofibras y viricidas desarrollados por el IATA-CSIC que, a través de su spin-off Bioinicia y junto a la empresa catalana Palens, se pusieron en el mercado el pasado verano. Son las que suelen llevar los reyes, Pedro Sánchez y los ministros del gobierno, y en las que se reconoce el logo del CSIC ; en las de Felipe VI y Letizia, también el escudo de España.
Elaboradas con papel de algodón y materiales derivados del maíz, serán compostables del todo
No es el primer modelo biodegradable. Bioinicia producía una mascarilla quirúrgica que era casi por completo compostable, con excepción de las gomas de las orejas , que había que retirar antes de tirar la mascarilla a la basura. Ahora, este nuevo modelo tipo FFP2 estará fabricado a partir de papel de algodón, será muy transpirable, tendrá una elevada capacidad de filtración de bacterias y virus, superior a muchas FFP2 en el mercado, y resolverá el tema de las gomas de sujeción con materiales derivados del maíz.
La característica principal de estas mascarillas es que están fabricadas con un material filtrante basado en nanofibras, llamado Proveil, desarrollado por los investigadores del IATA-CSIC y que produce la empresa Bioinicia, con una capacidad de 11 millones de filtros al mes .
Originariamente, se empleaba en aplicaciones médicas y farmacéuticas, como, por ejemplo, en parches de liberación de nanofármacos. Al comenzar la pandemia y ante la escasez de material sanitario, cuya fabricación estaba 100% deslocalizada en China, José María Lagarón, al frente del grupo de nuevos materiales y nanotecnología del IATA-CSIC, comenzó a trabajar en la tecnología para poder aplicar las nanofibras para filtración.
El resto de mascarillas que hay en el mercado utilizan polipropileno, un material de filtrado que se fabrica en China y que funciona por cargas eléctricas que, al pasar la partícula, la atrapan. Sin embargo, la humedad que se genera al respirar y que se suma a la ambiental disipa las cargas eléctricas y hace que la capacidad de filtración se pierda en poco tiempo. Por eso las quirúrgicas se pueden llevar 4 horas, y las EPI, 8.
En cambio, las mascarillas de nanofibras ofrecen filtración mecánica que depende del tamaño del poro del material. Y este poro es tan pequeño que no deja pasar ninguna partícula superior a las 0,6 micras, con una eficiencia de filtración superior al 94%.
“Es como si las partículas de aerosoles donde va el virus fueran guisantes y el filtro, una mosquitera. Es imposible que lo atraviesen. Además, se quedan enganchadas en el filtro, donde actúa nuestro viricida que en dos horas ha inactivado por completo el virus y el 99% de las bacterias”, explica Lagarón.
Las nanofibras tienen una eficiencia de filtración superior al 94%
Al no estar condicionada por la humedad, esta mascarilla tiene una durabilidad mayor, de hasta 48 horas de uso. Es 60 veces más finas que el resto de EPI en el mercado, por lo que ofrece mayor respirabilidad. Se puede desinfectar usando espráis de etanol al 70%, tiene un precio de 1,9 euros por unidad y ahora Lagarón y su equipo investigan cómo hacer el filtro aún más fino y semitranslúcido, para que permita leer los labios.
Aunque Bioinicia trabaja con seis fabricantes en España, las de tipo FFP2, tanto un modelo no biodegradable como el nuevo 100% compostable, son producidas por la empresa catalana Palens. Antes de la pandemia, su negocio eran las gafas de sol de madera y tenía cinco trabajadores. Al estallar la crisis, su director, Óscar Palencia, decidió hacer una apuesta arriesgada y compró una máquina para producir mascarillas. Desde agosto, trabajan los siete días de la semana 24 horas al día y son ya más de 100 trabajadores y prevén seguir creciendo. Bioinicia les suministra el material de filtro Preveil y ellos fabrican las FFP2. En marzo saldrán de esta fábrica 2,5 millones de estas mascarillas, que se pueden comprar a través de la web de Bioinicia y en algunas farmacias.